El Día Mundial de la Eficiencia Energética se celebra cada 5 de marzo desde 1998, fecha en que en Austria, sede de la primera conferencia internacional de Eficiencia Energética, más de 350 expertos y líderes de 50 países se reunieron entonces para discutir cómo enfrentarse a la crisis de energía.
Todos sabemos, que la construcción forma parte fundamental de la economía de cualquier ciudad o país; por el empleo que genera, los recursos naturales utilizados, las infraestructuras generadas y la energía consumida durante todo el ciclo de vida de las edificaciones. Una de las principales consecuencias de la cadena generada a partir de ésta práctica es el impacto medioambiental.
Entre los años 1950 y 1980, la construcción de edificios experimentó un gran crecimiento, es por eso que el parque actual de viviendas consta en una proporción muy significativa de viviendas construidas durante aquel periodo.
La mayoría de estas edificaciones fueron concebidas y diseñadas, en algunos de sus aspectos, sin una normativa que estableciera niveles mínimos de calidad o que al menos, pudiera orientar a los técnicos en aspectos relacionados con aislamiento térmico o acústico. La ausencia de inspección y de mantenimiento durante la vida útil de aquellos edificios, cuya calidad constructiva inicial era escasa, empeora su estado de conservación y como consecuencia el envejecimiento prematuro de las viviendas.
La actual crisis económica, que afecta particularmente al sector de la construcción, representa una oportunidad para fomentar la rehabilitación de las edificaciones. Lograr un correcto equilibrio en el empleo de medidas pasivas y activas dentro de la edificación, permite reducir la demanda energética del edificio, al reducir ésta, se obtendrá, no solo un ahorro económico del que se beneficiara el usuario, sino además mejorar la calificación de eficiencia energética y por ende la reducción de las emisiones de CO2.
Una de las labores del Arquitecto consiste en analizar las repercusiones de las decisiones tomadas durante el proceso de diseño de una edificación, el buen funcionamiento energético y las óptimas condiciones internas de confort son factores fundamentales en la lucha contra el cambio climático.
El uso eficiente de la energía permite consumir menor cantidad de recursos y de dinero, además de contribuir a mejorar la calidad de vida, reducir la contaminación y prolongar la vida de los recursos utilizados.