Arq. Luis de Garrido, 20 años de investigación en estrategias bioclimáticas.

La rápida evolución tecnológica después de la Revolución Industrial cambió drásticamente esa relación y el arquitecto fue literalmente liberado para buscar otros paradigmas que no los resultantes de la consideración de los elementos naturales.

El arquitecto español Luís de Garrido tiene más de 20 años de dedicación al estudio de una arquitectura holística, dirigida a los conceptos y investigación de estrategias bioclimáticas.

Tiene como principales referencias arquitectos como el japonés Eisaku Oshida, el holandés Henk Doll, los finlandeses Heikkinen e Komonen, el suizo Peter Zumthor, el argentino Emilio Ambasz y los estudios Future Systems y  MVRDV.

Siempre polémico en sus presentaciones, de Garrido es creador de algunos  conceptos que lo acompañan en sus diversos trabajos y es responsable por fomentar el papel del arquitecto en la búsqueda de la sustentabilidad de los proyectos.

Una de las características más representativas de Luís de Garrido es la modelización de un concepto que el mismo llamó “Naturalezas Artificiales”, un sistema proyectual capaz de utilizar un conjunto de elementos arquitectónicos industrializados, y capaz de crear edificios que tengan un ciclo de vida infinito.

En esta entrevista cita, en algunas ocasiones, el hecho de estarmos “viviendo en una tiranía visual”. Nos alerta sobre el papel del arquitecto, que tiene de esforzarse en concebir una solución holística para todos los aspectos de la arquitectura, sin olvidarse en ningún momento que el aspecto visual y escultórico de su obra, es tan sólo una minima componente de la esfera del diseño. Él entiende que los arquitectos recobrarían el papel que creen tener en la sociedad sólo y cuando sean capaces de entenderlo, dejando de lado su posición estúpida egocéntrica, y convertiéndose así en individuos respetados.

Concepto de sustentabilidad.
(…)

El concepto de desarrollo sustentable que empieza conformarse en la sociedad es falso, ya que ha nacido en el seno de un sistema capitalista corrupto y en decadencia. Por tanto, todo, absolutamente todo, de lo que se ha dicho respecto al desarrollo sostenible no ha ido en la dirección correcta, ya que el único objetivo ha sido seguir creando riqueza del mismo modo habitual, pero con otra apariencia. Un lobo disfrazado de oveja.

En el caso de la arquitectura sustentable es mucho peor todavía. A los enormes intereses económicos del sector se le suman los problemas de la visión “subjetiva” del arquitecto, incluso de los aspectos completamente objetivos de la arquitectura (como son todos los temas relacionados con la sustentabilidad).

Los intereses creados en torno a la arquitectura están haciendo que la sociedad vea como “sustentable” un edifico repleto de supuestas tecnologías avanzadas, y de supuesta eficiencia energética, y con supuestos materiales ecológicos, y con “aditivos” gratuitos que hacen parecer al edifico mas ecológico, aunque en realidad lo convierten en mucho menos ecológicos (como jardines verticales, cubiertas aljibe, sistemas domoticos, y caros “gadgets” similares.

La verdadera arquitectura sustentable debe rechazar lo gratuito y conseguir los mismos fines de forma más sencilla y económica.

GP: Luís, como conceptualizas la arquitectura sustentable?

LG: Pues lo tengo y siempre lo he tenido muy claro. De hecho a continuación expongo mi definición de arquitectura sustentable, que fue aceptada y validada por 12 de los mejores arquitectos del mundo, con ocasión de la Exposición Mundial de Arquitectura Sostenible, en la Fundación Canal, de Madrid, en el año 2010. Los arquitectos que la validaron fueron: Ken Yeang, Emilio Ambasz, Norman Foster, Richard Rogers, Antonio Lamela, David Kirkland, Jonathan Hines, Rafael de la Hoz, Iñigo Ortiz, Enrique León, Mario Cucinella y Winny Maas (MVRDV):

“La Arquitectura Sustentable es aquella que satisface las necesidades de sus ocupantes, en cualquier momento y lugar, sin por ello poner en peligro el bienestar y el desarrollo de las generaciones futuras. Por lo tanto, la arquitectura sustentable implica un compromiso honesto con el desarrollo humano y la estabilidad social, utilizando estrategias arquitectónicas con el fin de optimizar los recursos y materiales; disminuir al máximo el consumo energético, promover la energía renovable; reducir al máximo los residuos y las emisiones; reducir al máximo el mantenimiento, la funcionalidad y el precio de los edificios; y mejorar la calidad de la vida de sus ocupantes”. (Luís de Garrido. 2010)

Soy consciente que una simple definición no sirve para mucho. Por ello, y tras más de 20 años de experiencia, he creado un conjunto de acciones, cuya aplicación garantiza la consecución de una auténtica, verdadera y completa arquitectura sustentable.

Invito a los lectores de esta entrevista que estudien estos puntos y que con ellos analicen algunos de los edificios que la sociedad actual les ha “vendido” como “sostenibles” (o “sustentables”). Es evidente que la desproporción entre lo que hay que hacer y lo que hay hecho es descomunal, y lo que es peor, en muchos casos hay que ir en la dirección contraria.

GP: La sostenibilidad dentro de un proyecto es medible? Puede medir cuán sostenible es un proyecto?

LG: Por supuesto. Para medir el grado de sostenibilidad de un edificio se han definido los indicadores sostenibles.

La formalización de un conjunto de indicadores sustentables es una tarea compleja. Cada indicador debe tener un carácter general y debe ser muy fácil de evaluar. Del mismo modo no debe solaparse con ningún otro y, no debe ni sobrar ni faltar ninguno. Por último, la totalidad de los indicadores debe proporcionar de forma precisa el grado de sustentabilidad de una determinada construcción.

Con la finalidad de identificar los indicadores que deban regular el grado de sustentabilidad de un edifico, en primer lugar habría que empezar por identificar los objetivos generales que deben lograrse para conseguir una arquitectura exhaustivamente sustentable. Estos objetivos constituyen, por tanto, los pilares básicos en los que se debe fundamentar la arquitectura sustentable.

Estos pilares son los siguientes:

1. Optimización de los recursos y materiales
2. Disminución del consumo energético y fomento de energías renovables
3. Disminución de residuos y emisiones
4. Disminución del mantenimiento, explotación y uso de los edificios
5. Aumento de la calidad de vida de los ocupantes de los edificios

El grado de consecución de cada uno de estos pilares básicos constituye por tanto el nivel de sustentabilidad de una construcción.

Sin embargo, estos pilares básicos son muy generales y ambiguos. Por ello, se hace necesario dividirlos en varias partes, de tal modo que sean diferentes entre sí, y al mismo tiempo, fáciles de identificar, de ejecutar, y de evaluar. Estas partes se denominarán indicadores sustentables, y servirán tanto para evaluar el grado de sustentabilidad de un determinado edificio (si el edificio ya está construido), como para dar las pautas para la construcción de un edificio 100% sustentable (para el proyecto de nuevos edificios).

Una arquitectura realmente sustentable debería cumplir de forma exhaustiva con todos los indicadores.
(…)

Certificaciones de Sustentabilidad.

Giuliano Pelaio: Se ha llegado al punto extremo en que la sostenibilidad es vista por la sociedad, por la mayoría de los arquitectos y principalmente por el mercado como una medalla, un certificado que se estampa en la pared del edificio. ¿En qué y a quién podemos atribuir este cambio enorme de significados?

Luís de Garrido: Por desgracia esto es así. La base del problema es que hasta el momento no se ha definido con precisión lo que debe entenderse como arquitectura ecológica, ni cuales deben ser sus características concretas.

Por un lado los intereses económicos y políticos están llevando a la arquitectura por una dirección errónea, fomentando el uso de artefactos supuestamente ecológicos, que eliminan el carácter ecológico de la arquitectura, y a la vez, la encarecen. Por otro lado, los profesionales están dotando al concepto de arquitectura ecológica un componente subjetivo que no debería tener (hay tantos conceptos de arquitectura sostenible, como arquitectos en el planeta). Esta combinación de interés y ignorancia, ha dejado vía libre a un hecho insólito y sin precedentes: la aparición de certificaciones supuestamente ecológicas, y de sellos supuestamente ecológicos (que se aplican después de estar diseñado y construido el edificio), que encarecen mucho mas la arquitectura, la llenan de artefactos, y la alejan todavía mas de la meta correcta.

El mayor peligro para la arquitectura sostenible de Brasil son precisamente las certificaciones. El uso de las certificaciones no solo no fomenta la arquitectura sostenible, sino que la aparta del camino correcto para su evolución futura.

La solución no es otra que los arquitectos tomen el liderazgo de la sostenibilidad, y se centren a formarse en diversas disciplinas ecológicas y en hacer un buen proyecto arquitectónico. Solo un buen diseño racional y honesto es el que proporcionará una verdadera arquitectura sostenible, sin necesidad de artefactos, sellos, ni manipulación mediática. En este sentido, existe a nivel internacional un puñado de arquitectos capaces y sensibles que se han impuesto el reto profesional y personal de crear una buena arquitectura ecológica. El análisis de sus obras es el que proporcionará a la sociedad las bases de lo que debe entenderse por una verdadera arquitectura ecológica. Unos proyectos son más completos y acertados que otros, pero sin duda, el conjunto proporciona el verdadero camino a seguir por todos los arquitectos del planeta.

GP: ¿Por qué se sigue actuando de este modo, si se disponen de todos los medios para hacer un edificio realmente sostenible? ¿Cuál es el problema, si es que existe?

LG: Una promotora desea hacer un edificio modélico, sabe que le cuesta el mismo dinero que otro edificio, cuenta con los arquitectos adecuados, cuenta con la información precisa y decide no hacer nada de eso, y seguir haciendo lo de siempre, pero pretende venderlo como “sostenible”, y “respetuoso con el medio ambiente”, simplemente negociando y comprando un sello sostenible. (me gustaría recordar que estos sellos se compran, y no son baratos).

GP: ¿Qué es lo que impulsa a los promotores a hacer este tipo de ejercicio?

LG: Hacer lo que siempre han hecho, y manipular al ciudadano, en lugar de hacer algo mejor, por el mismo precio.

He meditado mucho sobre este tema, y la conclusión a la que he llegado se sustenta en dos fenómenos, uno social, y otro económico.

1. El social es el más peligroso, y se basa en la misma naturaleza humana. Resulta que se ha descubierto que, a lo largo de la evolución humana, una mutación genética favorable en el humano, va seguida casi de inmediato por un descubrimiento científico importante (por ejemplo, el descubrimiento del fuego, de la rueda, de la silla de montar…). En cambio, se pueden tardar generaciones enteras hasta que el nuevo descubrimiento sea aceptado por la sociedad. La inercia cultural es enorme. Y quizás incluso sea un mecanismo evolutivo que proteja al hombre, pero que al mismo tiempo lo deja desvalido ante la evolución.

2. El económico es más sencillo, y mucho más fácil de corregir. Resulta que cuando un hombre de negocios descubre una forma de hacer dinero, desea seguir explotándola de forma indefinida, sin límite alguno. Crean una primera etapa de innovación, y continúan con la de explotación. Intuyen que deben seguir innovando, pero cuanto menos mejor. Si pueden hacer lo mismo toda su vida, ganando mas dinero, mejor!.

Es por esto por lo que se ha escrito el libro “¿Quién se ha robado mi queso?”, para informar a los empresarios, que el queso hay que buscarlo en cada momento y con un esfuerzo continuado. Y así me consta que se hacen en muchas empresas. Pero el caso de la construcción no es igual.

El proceso constructivo es casi-un-monopolio, por lo que se pueden permitir el lujo de no innovar. De este modo, todos los promotores hacen lo mismo, con el mismo modelo de negocio, ya que el cliente no tiene donde elegir.

De este modo se han acostumbrado tanto a un proceso sin cambios, que tienen  un verdadero pánico al cambio, y a la necesidad de innovación, aun incluso cuando su supervivencia está en juego. Por esto, a pesar de tenerlo todo en sus manos, y emprender un nuevo rumbo (como el ratón avispado), se quedan llorando en la celda sin queso, llorando, reclamando “su” queso, e intentando manipular a todos cuantos le rodean para seguir comiéndolo, sin más esfuerzo.

Estos dos fenómenos dejan un tanto desvalidos tanto al ciudadano, como al medio ambiente.

GP: ¿Puede aclararnos porque las certificaciones sostenibles no tienen ninguna utilidad, y además constituyen un peligro para la arquitectura sostenible?

LG: Me agrada mucho que me haga esta pregunta, ya que el mayor peligro actual para el desarrollo y implantación de una auténtica, honesta y verdadera arquitectura sostenible son precisamente estas supuestas certificaciones sostenibles. El uso de las certificaciones no sólo no fomenta la arquitectura sostenible, sino que la aparta del camino correcto para su evolución futura.

Esos tipos de certificaciones supuestamente sostenibles no tienen ninguna utilidad.  La sostenibilidad es una cuestión básicamente de decisiones generales de dibujos arquitectónicos:

Orientación sur de la plana fachada sur (hemisferio norte), extensión longitudinal este-oeste, tipología con patio central, intercambiadores arquitectónicos de calor, espacios verticales de comunicación, chimeneas arquitectónicas de extracción de aire caliente, ubicación de la mayor parte de vidrios al sur (hemisferio norte), no poner vidrios al oeste ni al este si no son estrictamente necesarios, fachadas ventiladas, sistemas naturales de ventilación etc., es decir, prácticamente el 90% de una auténtica arquitectura sostenible solo son decisiones arquitectónicas, es decir, consiste en la redisposición de los espacios y objetos arquitectónicos habituales y ya existentes, y en la buena toma de decisiones, sin coste adicional alguno. El otro 10% concierne a detalles constructivos, tecnologías y materiales especiales.

Pues bien, las supuestas certificaciones sostenibles prácticamente no tiene en cuenta para nada el diseño arquitectónico (responsable de un 90% del nivel de sostenibilidad de un edificio), y se centran en cuestiones relativas a sistemas de recogida de agua, sistemas alternativos de energía, vidrios espaciales, sistemas de control, sistemas de gestión del edificio,… en definitiva, en los aspectos menos importantes de la sostenibilidad de un edificio (el 10% restante).

O lo que es lo mismo, lo que pretenden calificar las supuestas certificaciones sostenibles, es una mínima fracción del nivel de sostenibilidad de un edificio, que además es justo lo que lo encarece.

En definitiva, detrás de estas supuestas certificaciones sostenibles, simplemente hay un encubrimiento de la venta de tecnologías y materiales especiales que no sirven para nada.

Voy a poner un ejemplo. En el transcurso de la certificación energética, los certificadores pueden aconsejar que se ponga un vidrio muy especial, que reduzca el calentamiento de un edificio. Este consejo aumentaría, según ellos el nivel de sostenibilidad del edificio, al ahorrar consumo energético de aire acondicionado. Sin embargo, en realidad es una estupidez, porque el arquitecto podría haber diseñado en las fachadas de su edificio huecos más pequeños, y mejor orientados, que garantizaran las vistas y el nivel de iluminación deseados, que no necesitaran vidrios especiales, y que además, el edificio fuera mas barato. En definitiva, las supuestas certificaciones sostenibles simplemente fomentan el encarecimiento de los edificios, y la utilización de materiales y tecnologías caras, que además ni siquiera serían necesarias, si el edificio estuviera bien diseñado.

La arquitectura sostenible, al igual que cualquier faceta del desarrollo sostenible, es algo completamente local. Por tanto, aplicar unos supuestos y unos programas informáticos y una concepción de la arquitectura realizadas en Washington o en Londres, y pretender aplicarlos a cualquier rincón del planeta, es una soberana bellaquería.

Las “Green-Building-easy-business”, son empresas privadas con ánimo de lucro, y que por tanto harán lo posible por lucrarse, dejando de lado la autenticidad de lo que hacen, todavía mas en cuanto que su actividad no está regulada por ley. No tiene responsabilidad ni civil, ni penal. En definitiva un campo de cultivo perfecto para sacarle el dinero a los idiotas.

Con el fin de ganar dinero las “Green-Building-easy-business”, no dudarán en poner a cualquier edificio, por malo que sea, el adjetivo de “golden”, o “platinum”, siempre que se les pague. Quizás necesiten una mínima justificación para que no se les vea el plumero, pero su labor siempre estará bajo sospecha.

Para mi, estas evaluaciones solo tendría alguna validez (y muy poca según lo expuesto en el punto 1), si el organismo evaluador fuera estatal y no privado, estuviera regulado por ley, y fuera gratis, o casi gratis. Es decir, que no se ganara dinero con ello, y que lo hiciera un funcionario público.

Supongo que por el hecho de ir dirigidos a un público ignorante, pero con ansias de notoriedad, las etiquetas resultantes de la evaluación de estas certificaciones supuestamente sostenibles, son histriónicas e infantiles; “plus”, “golden”, “platinum”
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En resumen, pienso sinceramente, por todo lo expuesto y por muchas mas razones, que estas certificaciones supuestamente sostenibles no sirven para nada, y que solo existen debido a la ignorancia y pasividad de la sociedad y de los arquitectos. El diseño sostenible debería enseñarse en todas las facultades de Arquitectura del mundo. Y así los edificios serían muy buenos, mucho más baratos, y no se titaría el dinero en certificaciones que no sirven para nada.

GP: ¿Cómo quedan las cuestiones estéticas y formalistas cuando pensamos en un diseño bioclimático?

LG: Muchos arquitectos diseñan lo que les viene en gana, y después poner cuatro cosillas para justificar un mejor comportamiento medioambiental de su edificio.

Me parece ridículo. Me da vergüenza ajena. El verdadero diseño arquitectónico es holístico. Como no puede ser de otro modo.

GP: ¿Cuál es la ciudad que mejor ha entendido la convivencia entre Arquitectura y Naturaleza, y porqué?

LG: Para mi, en este sentido existen dos ciudades modélicas ya existentes: Seattle y Reikjavik (y por extensión, toda Islandia), y una sola ciudad en proyecto: Masdar City.

Seattle es un ejemplo de cómo una ciudad norteamericana ha sabido compactarse, culturizarse y autocontrolarse en la dirección medioambiental, social y cultural correcta (y eso que, estando en Estados Unidos, su nivel inicial era muy bajo). Que yo sepa es la primera ciudad que empezó a utilizar indicadores sostenibles para canalizar su desarrollo sostenible.

Reikjavik es una ciudad de una nación pobre, ubicada en una isla aislada (valga la redundancia) y extremadamente fría, con pocos recursos. A pesar de eso ha sabido utilizar la energía geotérmica y del mar para conseguir una autosuficiencia energética limpia, y un desarrollo sostenible.

Masdar City es una ciudad que actualmente se está creando, impulsada por el Emirato Árabe más rico de todos: Abu Dhabi. Este emirato ha sabido esperar, aprender y no cometer los mismos errores que su hermano pobre Dubai, con todas las catástrofes sociales, humanas, económicas y medioambientales que ha cometido. En lugar de hacer pendejadas arquitectónicas llamativas y caóticas, Abu Dhabi ha estructurado su desarrollo en tres pilares; la cultura (a través de una jerarquía que pivota en 5 grandes museos), la sociedad (haciendo una ciudad para que funciones como tal, y no un nuevo “Disney Dubai World”), y la sostenibilidad (haciendo asentamientos autosuficientes en agua, energía y alimentos). Este es el caso de la nueva ciudad Masdar City.

(…)

Eco Urbanismo

Giuliano Pelaio: En España hay excelentes modelos para el desarrollo de las ciudades, tales como la comunidad autónoma de Cataluña, Andalucía, Castilla la Mancha etc.  ¿Qué relaciones podría hacer con respecto al modelo de desarrollo caótico de São Paulo y con la ciudad planificada de Brasília?

Luís de Garrido: Brasília no tiene solución. Su génesis fue equivocada, ya que se creo una ciudad fantasma repleta de esculturas gigantes, olvidándose de la gente y de sus necesidades. Para mi Brasília ejemplifica  el mayor error de la ordenación urbana y de la arquitectura de nuestro tiempo.

En cambio São Paulo puede ser una ciudad caótica, pero ya es compacta y la mitad del trabajo ya esta hecho.

La solución de São Paulo pasa por la estructuración de la megalópolis en distritos independientes de mas o menos medio millón de habitantes separados unos de otros por zonas verdes, y con rápidos sistemas de comunicación.

Cada distrito debería tener el mayor grado de independencia y autosuficiencia, de tal modo que evitara la necesidad de desplazarse de sus ocupantes. Del mismo modo, cuando esta necesidad surja, el desplazamiento de un distrito con otro debe ser lo mas rápido posible.

Además, cada distrito debería estar regido de forma bastante independiente de los demás, de tal modo que se estimule la participación ciudadana, y de que su dinero vaya destinado a mejorar aquellas cosas que le son cercanas.

De este modo la caótica megalópolis de São Paulo pasaría a ser una Federación ecológica de municípios compactos y autosuficientes.

Por supuesto esto evitaría muchísimos de los problemas actuales de São Paulo, incluyendo los atrasos de trafico absurdos que roba el 10% de la vida de los ciudadanos de São Paulo, sustrayéndoles felicidad, vida  y competitividad empresarial.

GP: Muchas son las ciudades que deben pasar por un proceso de reestructuración territorial y de organización y compactación del tejido urbano. Cómo mejorar las ciudades ya establecidas, reciclando de una manera sostenible?

LG: Las ciudades deben iniciar urgentemente un proceso de reciclaje urbano, que incluye varios parámetros, que deben ir en paralelo com un proceso de compactación urbana.

Sin duda, los países Europeos tienen esta tarea mucho mas sencilla que los países americanos, en los que la ciudad esta dispersa, pensada para un desplazamiento rodado, y con unas infraestructuras lamentables.

Lo primero que deba hacerse es estimular que la gente desee vivir de forma compacta con el fin de que haya mas dinero por superficie y así hacer frente a los costes que van a suponer las necesarias infraestructuras y las acciones sostenibles encaminadas a disminuir el consumo energético, optimizar los recursos y disminuir las emisiones y los residuos.

Por ello los arquitectos deben proponer nuevas formas de tipologías de edificios sugerentes, que aumenten la calidad debida de los bloques multifamiliares y estimulen el deseo de la gente de no vivir en antiecológicas viviendas unifamiliares aisladas alejadas de los núcleos urbanos.

GP: ¿Cuáles serían las principales tareas de la arquitectura moderna para mejorar la vida de la gente hoy en día, un cambio de las crisis financieras, alteraciones climáticas y la escasez de los recursos naturales?

LG: La crisis financiera ha sido consecuencia de varios experimentos económicos que han puesto a prueba los limites de nuestro actual sistema postcapitalista. Eso quiere decir que, sencillamente han de revisarse los pilares que fundamentan este sistema capitalista y que este debe ser sustituido por un sistema capitalista sostenible, más cercano a los fundamentos establecidos por Adam Smith para el sistema protocapitalista primigenio.

Del mismo modo, una arquitectura que se ha gestado en este sistema capitalista caduco debe ser rechazada con toda urgencia. Todavía mas cuando la arquitectura se materializa con un importante retraso respecto a la realidad social y económica que la generó.

En definitiva, lo más importante es que la sociedad y los jóvenes profesionales de arquitectura rechacen radicalmente la arquitectura que habitualmente se hace. Es decir, que no la compren y que no la hagan. Pero esto es complicado, ya que requiere establecer unas nuevas pautas de actuación y una nueva escala de valores sociales. Y esta es precisamente la prioridad. Es decir, la solución radica en los jóvenes arquitectos que ahora están estudiando en las diferentes Escuelas de Arquitectura del mundo y que están completamente insatisfechos con lo que se les está enseñando.

Estos profesionales deben hacer una nueva arquitectura que este en equilibrio con la Naturaleza y que garantice la felicidad de la gente.

Ya he indicado lo que debe hacerse para realizar una verdadera arquitectura sostenible, y a continuación me gustaría ofrecer mi punto de vista sobre las características que debe tener la arquitectura para garantizar la felicidad de la gente.

Por supuesto, cada persona tiene un concepto diferente de la felicidad, y por tanto hay que ofrecerle cosas diferentes con el fin de mejorar su vida por medio de la arquitectura.

No obstante estimo que, como mínimo, habría que tener varias cosas en cuenta: iluminación natural, transpirabilidad (ventilación natural continuada), sencillez tecnológica, alto nivel de “naturalidad” en los materiales, diseño arquitectónico sencillo y no monótono, colores adecuados, sensación de seguridad e intimidad, variabilidad térmica estacional, mínimo mantenimiento y ausencia de elementos patógenos.

GP: Por último ¿Cuál es su visión con respecto a la arquitectura del futuro? Lo que debemos entender de como será dicha arquitectura?

LG: Pues, por desgracia, muy parecida a la actual. Lo que si podemos hacer es extrapolar el paso, identificar pautas evolutivas, intuir saltos evolutivos, intuir obstáculos inesperados, y aplicar estas leyes prospectivas para crear escenarios futuros posibles.

Según esto deberíamos observar los avances que ha tenido la arquitectura en los últimos 50 años (muy pocos), identificar pautas en su evolución continua (básicamente una evolución formal de una corriente racionalista), identificar saltos evolutivos (excesiva atención a la “forma”, por encima de otros aspectos que quedan en segundo plano o simplemente olvidados), intuir saltos inesperados (nuevo sistema de valores humanos, crisis económica mundial, necesidad medioambiental…).

Según esto me atrevería a decir lo siguiente:

La arquitectura será completamente distinta en Europa (cuya población va a envejecer, su riqueza se va a estancar, y será menos competitiva), que en los países emergentes  (India, China, Brasil, Perú, Colombia, Caribe, Abu Dhabi, Malasia,…) en donde la arquitectura encontrará un extraordinario caldo de cultivo para evolucionar. En Estados Unidos la arquitectura se va a mantener más o menos como está ahora y no preveo cambios sustanciales (sencillamente potenciarán la energía nuclear para que todo siga mas o menos igual).

Europa se va a centrar en el reciclaje de la ciudad y su equipamiento (transporte publico sostenible, potenciación de espacios verdes, carriles bicis, eliminación de asfalto etc.), así como en la rehabilitación de las viviendas y edificios ya existentes, adaptándolos a las nuevas necesidades sociales. La población será más pobre y envejecida, y los arquitectos dedicarán sus esfuerzos a actividades más sociales que constructivas. Los edificios se transformarán de forma continua, y serán más flexibles, multimedia y ecológicos.

Se creará una cultura del bienestar, sin muchas ambiciones… Como resultado, Europa será la cuna de las mejores ideas, pero muchas de ellas deberán aplicarse en los países emergentes.

En los países emergentes se irán compactando, poco a poco las ciudades. La arquitectura tendrá mayor eficiencia energética y será más industrializada, es decir, tendrá más componentes realizados en fábrica. Además incorporará sistemas de reciclado de agua, y sistemas de tratamiento de residuos, porque los impuestos del agua y basura serán sustancialmente mayores a los actuales. Por otro lado, las viviendas serán muy calurosas porque los sistemas de aire acondicionado serán muy caros y la energía eléctrica también.

Por supuesto, los sistemas de telecomunicaciones y multimedia que se incorporen serán muy avanzados y económicos. De mismo modo, los edificios dispondrán de una gran cantidad de dispositivos de seguridad.

Por tanto no se deben esperar grandes actuaciones, ni grandes cambios formales. Además, eso sería una buena señal. Lo que debe hacerse en los próximos 50 años, como mínimo, es reordenar lo mucho y mal que se ha hecho hasta ahora. Vamos a asistir al mayor punto de inflexión de la Historia. Lo que ocurra después del año 2050 ya es cosa del grado de madurez que consiga la humanidad.

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 Fuente y entrevista completa: Ecoticias.com

Otras entrevistas: Domoticaviva.com

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